viernes, 18 de septiembre de 2015

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Venció España, que estará en su novena final europea. Ganó dos, en 2009 y 2011. Esta vez su rival en la final del domingo (19.00, Cuatro) será el vencedor de la semifinal entre Serbia y Lituania y, pase lo que pase, Pau Gasol y los suyos habrán conseguido su objetivo primordial, estar en los Juegos Olímpicos de Río el año próximo y recuperar su supremacía ante Francia.

El triunfo resultó de tal exigencia, tan agónico, que precisó de una prórroga. Pau Gasol puso el broche con una última canasta, su punto número 40, su récord personal con la selección, además de 11 rebotes y tres tapones. Y España se sobrepuso a todo, a los tirones del equipo francés, a dos fallos que propiciaron el triple de Batum que forzó la prórroga y también concluyó con la suerte que en tantas fases del partido le faltó. Una inocente falta de Claver estuvo a punto de darle a Batum una nueva oportunidad para forzar la segunda prórroga. Pero Batum, a 18 segundos para el final, falló los tres tiros libres y Pau puso el broche.

Pau Gasol será para siempre el campeón del mundo, el campeón de Europa, el campeón de la NBA, pero en esa misma vitrina quedará para siempre la soberbia actuación con la que asaltó el santuario francés. Una victoria colosal que le da España el pase a la final del Eurobasket, el billete para los Juegos Olímpicos y un triunfo que repuso su jerarquía ante el rival que la había malherido en el anterior Europeo y en el último Mundial.

El partido fue explosivo, trepidante desde el primer minuto. De Colo espoleó al equipo francés (6-11). Pero la defensa española empezó a confundir a Francia. Las pretendidas oleadas ofensivas se diluían cuando Parker o De Colo se daban dos o tres garbeos cerquita de la botella y no encontraban manos amigas donde depositar el balón. Francia vivió del rebote ofensivo y de los sucesivos desmarques de Gelabale, De Colo y Parker después.

España le devolvió la moneda a Francia, tras aquella derrota tan dolorosa y traumática para el equipo español, en Madrid ante casi 15.000 espectadores. Esta vez, con un equipo disminuido por las bajas, en un pabellón monumental y con 27.000 espectadores en contra, España se sobrepuso a todas las dificultades y a la mejor generación de jugadores de la historia de Francia.

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